CRONISTA DE ENSENADA
(Segunda y última parte)
autor: Luis Lamadrid Moreno
Heberto J. Peterson Legrand.
No era para menos. Cuando Ensenada llegó a su destino para tomar parte y ocupar el lugar que le fuera asignado en la columna del desfile, lo hizo como siempre, en correcta formación. La disciplina militar que el profesor Migoni había implementado, se echaba de ver de inmediato. La formación era perfecta. Al dar la orden, la sección inició la marcha con un solo movimiento. La banda irrumpió con el tradicional toque de marcha a paso redoblado. La banda con sus cajas bien templadas y sus cornetas perfectamente bien afinadas marcaba el paso que nadie, en ningún momento perdió. Cuando llegaron al cruce de dos avenidas, por el sentido contrario avanzaba el más nutrido grupo que habíase visto jamás: La Escuela de Enseñanza Especial, “ La Polí”, como se le conocía. Su banda de guerra tenía proporciones gigantescas. Eran cuando menos treinta cajas que venían en doble fila, cornetas cuando menos otras tantas. Ocupaban casi todo el ancho de la calle. Pero Ensenada nunca perdió el paso, a pesar del estruendo que producían aquellos tambores y cornetas que tronaban a todo lo que daban. La intención era clara: ridiculizar al pequeño grupo. Pero, como si eso fuera lo que estaban esperando, el sargento de la banda porteña, sin inmutarse, hizo la seña de tocar una marcha, precisamente cuando iba a realizarse el cruce. A su orden indicada, aquella pequeña, pero gran banda de guerra tocó como nunca. Tal era la gallardía y la seguridad de todos los alumnos y alumnas de toda la escuela y tal era la calidad de sus banderos, que sólo se oía un paso, un redoble y unas cornetas: las de Ensenada. Si, si hubo desconcierto, si se perdió el paso, si se sembró el desorden...pero no en las filas de la Secundaria de Ensenada. El caos fue terrible. Los de “ La Polí” optaron por mejor callar y hacer alto. Mientras la banda pequeña seguía tocando con la misma precisión que lo hizo al iniciar la marcha. Nadie se equivocó. Nadie perdió el paso. Llegaron a su lugar y a la orden exacta, el toque de alto y el movimiento sincronizado de todo el contingente fue todo uno, quedaron como estatuas, como si no hubiera pasado nada.
Sólo Hasta entonces, cuando hubo silencio, alguien del público comentó con asombro y admiración...” y eran sólo cuatro cajitas”.
Bien vale la pena recordar los nombres de quienes formaron aquella pequeña pero sin duda de las mejores bandas de guerra que tuvo Ensenada. Sargento y corneta de órdenes, Guillermo Carballo, cabo de banda; Manuel Flores; Cornetas: Armando López Marín, Luis Lamadrid y Angel García González. Las cuatro cajas: Gabriel López de los Santos, Miguel Campos, Guillermo Ramírez y Jorge Gutiérrez Yépiz. Eran: sólo cuatro.
Hasta aquí el artículo de mi buen amigo Luis Lamadrid,.que queda como un dato que indudablemente enorgullece a todos los exalumnos de la Secundaria en cuyas memorias lo guardan tantas generaciones que pasaron por sus aulas.
Mientras leía a Luis dejaba que mi imaginación recreara aquel evento: con los ojos de la imaginación los vi y las vi desfilar y con los oídos de la imaginación también escuche los toques de los tambores y las cornetas, la emoción me invadió y con las palmas del corazón les aplaudí y me dije: ¡ que orgulloso se habrá sentido el Maestro Don Héctor Migoni Fontes de esos jóvenes cuyos caracteres moldeo en el yunke de la disciplina y el Deber.
Hay tantas anécdotas entre las generaciones que transitaron por sus aulas que valdría rescatarlas para enriquecer la Historia de esa institución educativa que fue orgullo de muchas generaciones de Ensenadenses.
Secundaria Migoni
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