jueves, 7 de mayo de 2009

Roberto Verdugo Brambila primera parte

CRONISTA DE ENSENADA

ROBERTO VERDUGO BRAMBILA
(MIS MEMORIAS DE LA BANDA 1952-2005)
primera de tres partes.

Heberto Peterson Legrand

El hecho de que Roberto Verdugo Brambila se haya dado a la tarea de escribir sus memorias sobre la famosa banda de música de la Sociedad Recreativa Mutualista Progreso, es muy loable y me permití pedir una copia para publicarlas porque es un testimonio que queda para la historia.:

“Cuando se formó la banda de música de la Sociedad Recreativa Mutualista Progreso corría el año 1952 del siglo pasado, o más, no recuerdo la fecha exacta, toda Ensenada se volcaba con la nueva noticia que en la Sociedad Mutualista Progreso iban a dar clases de música para formar una banda.
Un día mi hermano Fernando (q.e.d.) llegó a la casa contento, dándole la noticia de la banda a mi madre, pues él ya era socio mutualista. A las pocas horas entró a la casa Don Felix Jiménez Ch., para confirmar la noticia a mi madre, y al mismo tiempo invitarnos a inscribirnos en ella, ya que Don Felix era ¡gran amigo! De la familia. Esa misma tarde mi madre nos mando (a mi hermano Eduardo y a mí) a inscribirnos. Cuando llegamos nos encontramos a Fernando ya estudiando el solfeo aún cuando ya teníamos conocimiento de música, pues nuestra madre nos enseñaba , ya que era profesora de piano.
Cabe mencionar que fueron cuatro personas quienes dieron la pauta para formar la banda de música: el Sr. Lic. W. Martínez, Sr. José Hernández Morales, Don Felix Jiménez Ch., y sin duda el presidente de la Sociedad, Sr. Rodolfo Anasosa, quien puso mucho empeño para visitar los negocios y personas que ayudaron económicamente en la compra de los instrumentos.
El primer profesor fue Don Emerenciano González, él por ser el primero, nos enseño los primeros conocimientos básicos sobre la música y el solfeo. En la medida que fuimos aprendiendo el profesor nos dio los instrumentos a cada uno, con excepción de algunos compañeros que ya tenían conocimientos de música, estos fueron los hermanos David y Ezequiel Hernández, quienes aprendieron de su papá (don Daniel), ya que era un gran músico. El Sr. Rocha con su clarinete, el Sr. Brown con su flauta y el Sr. Jiménez que tocaba todos los instrumentos de viento y otros que en el momento no recuerdo. Sin embargo, vienen a mi memoria las primeras piezas que nos puso el Profesor, fueron sencillas en tiempo de vals tres por cuatro, el Quelite, la Pecocita con más ritmo y piezas que él escribía de manera sencilla. ¡Ah! Que tiempos aquellos, en una ocasión nos puso un vals y lo tituló Ensenada del cual aún recuerdo la primera parte.
Ya sobre la marcha de los estudios y el progreso con los instrumentos nos puso primeramente el Himno Nacional, después la marcha de Zacatecas, la cual decía que era el segundo himno nacional. Se regresó a su tierra natal, creo, que por motivos de salud. En su lugar llegó el Profesor Susano Rosas que estuvo un tiempo al frente de la Banda. Bajo su batuta nos tocó ir a Mexicali a la toma de posesión del primer Gobernador de Baja California, del Estado Norte Lic. Braulio Maldonado Sández. Algunas personas tanto de la sociedad y del pueblo se ofrecieron a llevarnos y traernos en sus automóviles, ya terminada la ceremonia y a la hora del regreso, casi a la mitad de la Banda nos habían dejado. Unos mexicalenses se ofrecieron a traernos a la salida de la ciudad y con un frillaso pidiendo “raite”ya se han de imaginar el primero de diciembre y con todos los instrumentos en pick up, carros y como pudimos llegamos por fin a Ensenada muy en la madrugada .
Debido a que el Profesor Rosas tenía compromisos con la Orquesta en la que tocaba y restándole más tiempo que la Banda optó por renunciar en beneficio de la misma.
Don Felix Jiménez como era de la directiva socio y músico a la vez conocía el problema que existía, por lo que mando traer de su tierra natal, Chihuahua, al Profesor Don Maurilio Martínez, pues eran grandes amigos. Se anunció su llegada, todos estábamos
esperándolo.
Precisamente en una noche de estudio llegó; vimos que entró un caballero de porte distinguido, estatura normal, pelo entrecano pero de unos ojos bien vivarachos, dejamos la escoleta y dejamos de hacer ruido. Sabíamos de antemano que él era el profesor. De una mirada rápida conoció al grupo-buenas noches a todos-dijo. El Sr. Jiménez se apresuró a presentarlo, pasó con todos y nos saludó de mano, yo en lo particular estaba con la boca abierta, para servirte jovencito me dijo al saludarme. Apenas contaba con 13 años. Esa noche no estudiamos, nos mantuvo estudiando el solfeo. Con los años comprendí que lo hizo para saber que tan adelantados estábamos, para saber lo que podíamos tocar cada uno en los instrumentos. La noche siguiente nos puso una marcha que ya tocábamos donde quiera, por mencionarlas “Estrellas y Barras para siempre”, del compositor Jhon Philips Sauza, todos atentos a los primeros tiempos, tiempos de la batuta al atril, ya estábamos acostumbrados, alzó la batuta y comenzamos a tocar; me pasaron diez compases cuando ya estaba tocando la batuta al atril, todos callamos, no nos amonestó ni dijo nada, simplemente dijo: haber clarinetes y comenzaron a más no tocar. Sonó la batuta nuevamente y preguntó al empezar que tienen. Alguien contestó una P profesor y al quinto compás una efe etc., muy bien toquen como está escrito, acuérdense que no es quien toca más fuerte, y así sucesivamente se dirigió a todos.
Jesús Castro, que en ese tiempo tocaba la tambora a más no poder-que pasó con esos silencios dijo el profesor-, es que me da gusto y sigo tocando-pues no le dé mucho gusto y toque lo que está escrito-
En sí era un profesor hecho y derecho, nos enseñaba y nos decía esto por esto y si al tercer o cuarto intento no podíamos tocarlo nos pedía el instrumento y él ejecutaba la parte de la música. El tocaba todos los instrumentos, esa marcha que ya tocábamos tardamos un mes para sacarla como debía ser, después nos mirábamos y decíamos será posible. Vinieron luego las marchas deportivas y Roberto Fierro, Poeta y Campesino y Un Mercado Persa, pues son piezas de alta alcurnia en los menesteres de la música.

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