jueves, 7 de mayo de 2009

Remembranzas 2003

CRONISTA DE ENSENADA
REMEMBRANZAS 2003

Heberto Peterson Legrand


Todos somos el resultado final de esa biografía que inició en el sagrado vientre materno para llegar al día de hoy, enmarcada en el tiempo y el espacio donde se suscitaron un sinnúmero de hechos que de alguna manera influyeron en nosotros para bien o para mal.
En nuestro hogar recibimos los primeros valores que irían formando nuestra personalidad, comunicados por nuestros padres, los primeros educadores, que pusieron los cimientos con su ejemplo, dieron vida y encarnaron esos valores.
Después nuestros queridos profesores, de feliz memoria, también fueron moldeando nuestra personalidad en ese proceso educativo que nos transforma a través del conocimiento y la formación de buenos hábitos.
La imagen más lejana es la de mí muy querida profesora Rosita Aguirre a cuyo kinder fuimos y que estaba ubicado en el parque Revolución en la calle Obregón entre las calles sexta y séptima; la profesora Rosita era muy expresiva, cariñosa, muy besucona, el recuerdo más fijo en mi memoria fue el de un evento donde me toco ordeñar una vaca...
Mi primaria la hice en la “ Héroes de Baja California” ubicada en la calle décima entre Moctezuma y Ryerson, a finales de l940 y principios de 1950. Estaba como director Don Francisco Rodríguez, un hombre sumamente decente, muy caballeroso y pulcro en el vestir, era bondadoso y al mismo tiempo firme, inspiraba respeto y era de gran autoridad moral. Recuerdo a mi muy querida profesora Manuelita Rivera Castillo, tía de mi admirado amigo Lic. David Velasquez Rivera, ya fallecido. Un hombre muy culto y talentoso. La profesora Manuelita, recuerdo, tenía una letra preciosa, era una persona emocionalmente muy estable y siempre abierta para escucharnos, era suavemente estricta. En mis “rebuznadas” me mandaban en verano con ella para que me actualizara, mucho le debo por sus consejos y reprimendas. También fueron mis maestras las profesoras Josefina Ortiz, mamá de “ pepe “ y “ chano “; la profesora Natalia; Elenita Mejía; Edmundo Hirales, maestro de sexto año en el colegio Ensenada con quien me unió una entrañable amistad, en secundaria, mi querido profesor Don Manuel Carballo que me dio muy buenos consejos; el admirado profesor Héctor Migoni que dejo profunda huella. Todos estos mentores nos formaron en el amor a los símbolos patrios y los valores cívicos. De todas ellas y ellos conservo el más grato de los recuerdos, viven en mi corazón porque el cariño que nos supieron transmitir fue muy formativo y solamente la ingratitud, que no debe tener lugar, intentaría borrarlos de nuestra memoria.
Anécdotas: Soy gemelo y en una ocasión mi gemelo y yo nos cambiamos de salón por un día y el maestro no se dio cuenta. En otra ocasión para un evento sobre los reyes aztecas yo me aprendí el papel de los dos, pase en el evento representando a los distintos personajes y tampoco se dieron cuenta...ya no cuento más...
Ese triángulo: maestros, padres de familia y alumnos fue vital en nuestra formación; no se puede ni se debe estar desvinculada una de las partes, la escuela la debemos ver como prolongación del hogar y los padres de familia no deben desentenderse de la educación de sus hijos. Ahora nosotros debemos formar ese triángulo ocupando el lugar de padres para junto con el maestro ver por quien ocupa nuestro lugar...nuestros hijos.
Desde luego omití, por falta de espacio, el nombre de otros y otras maestras que también dejaron profunda huella, conservo en el recuerdo la imagen de sus venerables rostros, el recuerdo de su voz y su muy peculiar forma de expresarse; de sonreír, reprender, acariciar y su lenguaje de cuerpo que también dice tanto.
La gran mayoría cumplieron su misión, ya no están aquí, pero dejaron el ejemplo de vida de su apostolado, pues ejercieron una de las más nobles profesiones que pueda haber y nosotros somos lo que somos porque ellos fueron lo que Fueron...

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