CRONISTA DE ENSENADA
MANUEL SAAD ANDRES
Heberto Peterson Legrand
A las siete y quince de la mañana acudí al ISSSTECALI a consulta con el Dr. Osuna, prestigiado traumatólogo que me esta atendiendo el brazo izquierdo debido a un golpe que me di.
Después fui al restaurante OSCAR a desayunar una exquisita machaca de mantarraya, pues traía mucha hambre, ya que había cenado sólo un vaso con chocolate y una pieza de pan dulce. Los viejitos debemos cuidarnos, no nos podemos dar el lujo de descuidar nuestra alimentación.
Al llegar estaba desayunando sólo Don Manuel Saad Andres, quien al percatarse que no iba acompañado me invito a su mesa y yo gustosamente acepte.
A pesar de conocer a Manuel Saad de toda mi vida, nunca nos habíamos puesto a platicar, generalmente nos saludábamos y brevemente intercambiábamos algunos comentarios pero siempre con mucho afecto, por el gran cariño que nuestras familias se tienen hace muchos años.
Yo siempre tuve la curiosidad de conocer algo sobre su Papá, recuerdo de niño que mis padres hablaban de él muy positivamente y hoy comparto con mis lectores algunas ideas que logré captar de lo narrado por Manuel:
Manuel tiene la virtud de ser un buen conversador, tiene una excelente memoria y su pensamiento muy buena ilación.
Si en lo expuesto hay algún error, es mío, pero deseo exponer lo que capte porque es importante rescatar la memoria de los personajes que aquí decidieron echar el ancla y dar lo mejor de sí mismo a esta comunidad de la cual formamos parte.
Me platicaba Manuel que en Líbano-espero haber captado bien-los cristianos vivían en la parte alta de las montañas y los musulmanes en las faldas, los primeros de esa manera se protegían y los segundos de alguna manera tenían el control...
Entre los pueblos se intercambiaban mercancías y en cierta ocasión que su papá, de nombre Salim, viajaba con una caravana ésta fue atacada y debido a un fuerte golpe sus pulmones fueron afectados y les entró agua. Para extraerle el liquido se le introdujo una sonda que lamentablemente toco uno de los riñones dañándolo.
Pasa el tiempo y creo que allá por la primer década del siglo pasado llegó a la capital con su esposa Doña Juanita Andres- una bella dama que era toda bondad, toda dulzura, y allí nacieron, creo que sus hijos mayores. Sus hijos son: Wadi, María, Manuel, Angel y Nico.
Debido a la Revolución Mexicana y a las condiciones de inseguridad que el país vivía decidió mandar a su familia a Líbano embarcándolos en Veracruz y quedándose él para finiquitar algunos asuntos que tenía pendientes.
Una vez arreglados sus asuntos acude a Tijuana para despedirse de su hermano que residía allí para después en San Diego tomar el tren que lo llevaría a Nueva York para embarcarse y tomar la ruta a Libano, haciendo escala en el puerto francés de Marsella.
Estando de paso en Tijuana su hermano lo invitó a conocer Ensenada que entonces contaba con tres mil habitantes. Se pasean, lo conoce y regresan a Tijuana para al día siguiente cruzar a San Diego y partir con sus seres amados.
Para sorpresa de su hermano le comunica que había tomado la decisión de quedarse a vivir en Ensenada, lo conquisto aquel apacible puerto y decidió echar su ancla en él.
Su primer trabajo ese año-1930 o 1931, fue en el Hotel Playa, donde trabajo algunos meses.
Se asocia con Don Miguel Naciff en un negocio y manda traer a su familia. Tiempo después se independiza y funda la prestigiada tienda LA PERLA EL PACIFICO, cuyo nombre le sugirió el Sr. Guadalupe Labastida, según platicaba éste último, quien le elaboró su primer rotulo.
Con el paso del tiempo el problema de sus riñones se agudiza y a la temprana edad de 47 años muere este caballero, dejándoles a sus hijos el ejemplo de una vida entregada al trabajo y a su familia y vivenciando su calidad de ciudadano que honro a esta comunidad con su presencia dejando lo mejor de sí mismo.
Los Saad están en esta comunidad hace más de 77 años, su descendencia aquí han nacido y si bien son de origen árabe y conservan su cultura, también son mexicanos porque han sabido amar a este país y son gente de bien que han sabido integrarse anímica y culturalmente.
Es muy importante que cada familia se preocupe por rescatar esa memoria histórica que se puede perder con la muerte de los protagonistas o de quienes tiene el conocimiento y ello sería muy lamentable.
Allá por la década de los 70 y 80 hubo personas en Ensenada que ejercitaron la historia oral y gracias a ello se conservan los recuerdos de personas que fueron protagonistas y testigos de hechos y costumbres de fines de la década del siglo X1X y principios del XX.
Le pedí a Manuel que escribiera toda esa información que posee para que no se pierda. Estoy seguro que enriquecerá muchísimo más las modestas líneas arriba Escritas.
domingo, 3 de mayo de 2009
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