CRONISTA DE ENSENADA
DECADA DE LOS ‘60
Heberto Peterson Legrand
Después de estar un rato frente a la computadora tratando de pensar en algún tema para mi artículo diario, decidí, por fin, traer del archivo de mi memoria algunos recuerdos de la década de los “60…
Recuerdo cuando allá por 1961, más o menos, entré a trabajar a la “Empacadora Porteña” que recién había comprado Elías Pando a Don Francisco Morales.
Cómo Gerente estaba Don Luis Bulnes Molleda, un español de Asturias que estaba casado con la Sra. Concepción Malo originaria de San Miguel Allende, Guanajuato. Era Don Luis un buen hombre, muy trabajador, inteligente y de las confianzas de los Pando. A mi me caía muy bien, le tuve mucho aprecio. Su esposa era una señora que se sentía mejor conviviendo con los señores porque le encantaban los negocios. Ella no andaba en reuniones de damas, sin embargo, tenía una gran sensibilidad para la música compuso canciones y sé que se ha hecho acreedora de algunos importantes premios. Hoy en día la familia Bulnes Malo es una de las familias económicamente más exitosas en Cabo San Lucas, Baja California Sur.
Yo tenía 20 años de edad y estaba en el departamento de costos como auxiliar. También trabajaba Rosalio Castro mejor conocido como “Chalío”, se formó en la banca y actualmente sigue en el ramo de la pesca; otro compañero era Pablo Sarmiento, originario de Guaymas, era el contador, José Lara como auxiliar, todos amigos a quienes con gusto veo de vez en cuando.
Como Jefe de producción estaba Manolo Duarte, un portugués que organizo el proceso para el empaque, estilo portugués,de las sardinas “ Unitas” de excelente calidad y que tuvieron mucha aceptación en el mercado.
Recuerdo a José Smith, en producción, originario de Bajacalifornia sur, fuímos buenos amigos; recuerdo también a José Dominguez que trabajo en las industrias de Don Luis Salazar, realizó diversas adaptaciones en las instalaciones de la empacadora. También a Armando Ramirez “el comelumbre” quien tenía un taller y construyó para la empacadora piezas para el área de producción. De México venía con cierta frecuencia Don Antonio Hernández, un hombre de hábil mente, muy conocedor de lo financiero y administrativo y rápido para trabajar.
Al paso del tiempo fue Gerente de la “ Empacadora Porteña” Pedro Bulnes Molleda, hermano de Don Luis, con quien tengo una relación de amistad muy grata. y por ultimo tuve como jefe a Don José Luis Gilabert, español llegado de Aguascalientes. Era José Luis un hombre formado en el campo, muy entrón para chambear, no le sacaba a nada.
Cuando yo me iba en las tardes y noches a Bodegas de Santo Tomás, de la cual era gerente Don Roberto Santana quien después trabajó con los Arjona y la contadora era Doña Lupita Angle, dama muy querida en nuestro puerto y que fuera también secretaria de Don Luis Salazar. Bodegas fue también comprada por Elías Pando, como decía. Me iba a trabajar en la posteadora para operar las hojas del mayor y diario etc., José Luis se iba conmigo para aprender…todo lo quería saber. También con él cultive una amistad y guardo un grato recuerdo. De todos aprendí, fueron muy buenos patrones.
Recuerdo a algunos capitanes de barco de pesca que entregaban sus productos a la Empcadadora Porteña: José Meza, un hombre de constitución física fuerte, fibroso pero de trato muy amable; a José Duarte, un hombre moreno de rostro bonachón, siempre amable en su trato, todavía vive y a sus 85 años esta muy lúcido; Los hermanos Arámbulo conocidos de toda la vida y se me escapa el nombre de otro capitan, que le decían el “negro” Guerrero buen amigo, muy afable, pero la memoria me traiciona en este momento…
Recuerdo un día en que yo andaba de traje: me pidió José Luis Gilabert que lo acompañara al puerto, llegamos a la orilla de la playa cuando se aproximo uno de los anfibios de la empresa, me pidió que me subiera y lo acompañe para abordar uno de los barcos que traía producto. Yo me sentía ridículo subido en un anfibio y de traje…
Los anfibios habían servido durante la Segunda Guerra Mundial: disfrute el viaje a pesar de mi inoportuna elegancia, pude apreciar entre los marineros algunas miradas viendo a un bicho raro...
Hoy de aquella empresa como de muchas otras dedicadas a la pesca no queda más que el recuerdo de una buena época, de una Ensenada que se enorgullecía de ser un puerto pesquero del cual no queda ni la sombra…
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