domingo, 3 de mayo de 2009

Rancho El Naranjo-

CRONISTA DE LA CIUDAD

RANCHO EL NARANJO
Heberto J. Peterson Legrand

Recuerdo allá por la década de los ’50, conocí, a través del Dr. Elpidio Berlanga, médico militar, a Don Román Zepeda Torres, propietario del Rancho El Naranjo. Yo estaba muy joven y la impresión que me causó fue la de un hombre muy abierto y agradable. Mi cuñado Berlanga le tenía mucho aprecio y los Zepeda siempre tuvieron muy buena relación con los militares al grado tal que emparentaron con algunos de ellos.
Mi suegro, el Gral. Piloto aviador, Rolando Rodríguez Fernández, llevó muy buena amistad con Don Román, es más, éste le regalo un terreno a mi suegro pero nunca quiso tomar posesión de él, mi suegro nunca mencionó el asunto, la última vez que salude a Don Román fue en compañía de mi suegro ya muy avanzado de edad, hacía muchos años no se veían y platicaron largo y tendido recordando viejos tiempos...
Don Román Zepeda Torres llegó a Ensenada junto con Don José de Jesús Hernández en julio de 1943 y después fueron llegando otras ramas del tronco familiar.
Las ciudades son lo que sus gentes son y Ensenada no es la excepción, ella a través de los años se ha ido formando con los pobladores que llegan de todos los puntos cardinales. En muchos casos-lamentablemente-las personas echan sus raíces y con el tiempo se va perdiendo la memoria histórica familiar porque los descendientes no se interesan de aquellos hombres y mujeres que dejaron la tierra de sus antepasados para abrir nuevos horizontes buscando siempre el bien de sus familias.
Para fortuna de los Zepeda, un sobrino nieto de Don Román Zepeda Torres-el maestro Jorge Martínez Zepeda- prestigiado historiador de profesión e interesado por conocer escudriño su pasado, en él no sucedió eso de que: “ en casa de herrero azadón de palo”...
Lo que a continuación escribo está basado en información de nuestro buen amigo Jorge Martínez Zepeda:
Aquel año de 1943, con el dolor que implica dejar el terruño y a los seres amados, Don Román y Don José de Jesús, inician su odisea partiendo de la Hacienda de El Atajo, del municipio de Mascota en Jalisco con rumbo a San Sebastián, vía Compostela, Nayarit, pesado recorrido que hicieron a pie en tres días. En Compostela abordaron el tren con rumbo a Nogales bajándose finalmente en Santa Ana, Sonora. De allí se fueron en camión a Puerto Peñasco y luego a San Luis Río Colorado; cruzaron el Río Colorado en un lanchón y dejados en la estación del tren se trasladaron a Mexicali, de allí a Tijuana para llegar a su destino-Ensenada- entrando por la carretera antigua junto a la empacadora La Industrial para encontrarse con el monumento al cura Hidalgo que recibe a los visitantes desde 1910 y rumbo al edificio llamado El Nopal localizado en la esquina donde convergen la calle Ryerson con la avenida Ruiz, arribando en la terminal de autobuses localizada frente a la cantina Hussong’s fundada en 1892.
Tomaron un taxi rumbo a Maneadero que en aquellos años daba la impresión de estar más lejos, sobre todo porque el camino no estaba como hoy día.
En Maneadero nuestros personajes empezaron a trabajar la parcela de doña Atanasia Valdovinos y ya el 24 de enero de 1946 Don José de Jesús y Don Román estaban ganando $240.00 pesos mensuales.
Con el tiempo se hicieron de capital para adquirir la parcela #20 mejor conocida como “ Rancho Zepeda”, que se localizaba por la carretera Maneadero-La Bufadora.
Era famosa por su huerta que ofrecía exquisitas frutas: higos, peras, duraznos, membrillos, sandias etcétera. Además contaba con abundancia agua lo que les permitía surtir a los ranchos vecinos.
Se sumaron a las labores del rancho Justino Hernández y Jesús Zepeda . Además se dio el tomate, chile california y alfalfa...
El señor Francisco Chávez, fundador del Ejido Chapultepec, les habló de unas tierras ubicadas donde después estuvo El Naranjo. Por tratarse de tierras baldías las comenzaron a cultivar, pero al enterarse de que tenían dueños, las rentaron y a los pocos años las compraron. Ya para entonces El Naranjo se asentaba en los terrenos colindantes con la calle Westman y la zona militar de El Ciprés.
La primer familia que llegó en 1948 del mismo lugar de donde partieron Don Román y Don José de Jesús aquel año de 1943 fueron: la de José María “chema” Zepeda Torres, hermano de Don Román; dos meses después la de Santiago “ chago” Zepeda, le siguió la de Rafael Martínez en 1950, que llegaron junto con las de Jesús Zepeda, José Vargas, Nicolás Vargas y Homobono Mariscal.
A ese mismo lugar llegó la familia de Justino Hernández con mamá María (como le dice Jorge) y la hermana de Jorge que había nacido en enero.
Los Aréchiga llegaron en septiembre de 1962 y los Cibrián López en agosto de 1968, encabezados por Agustín Cibrián y Cleotilde López...
Así el famoso Rancho El Naranjo de los “hermanos Zepeda” empezó a colonizarse formándose un pequeño núcleo habitacional y las tierras productivas.
En el verano de 1977, Jorge se echó la tarea de hacer in padrón sobre los habitantes del Naranjo y obtuvo la siguiente información: allí vivían 45 familias que sumaban 80 hombres y 66 mujeres, haciendo un total de 227 habitantes, los metió en un programa genealógico: El Family Tree Maker que le generó una base de datos en donde analizó siete troncos familiares que son los más representativos.
El año de 1971 en que se fue Jorge a estudiar a Guadalajara, aprovecho para ir a la tierra de sus antepasados, gozar de esa extraordinaria experiencia de sentir y respirar en el lugar de donde vienen sus raíces más profundas y conocer sobre sus tradiciones, cultura y costumbres.
Dice Jorge que los viejos fueron muriendo poco a poco en El Naranjo, y de los viejos ninguno regresó a morir a su tierra...ya habían adoptado ésta, la amaron trabajando, abriendo sus surcos y obtuvieron de sus frutos, tierra donde a base de esfuerzo y talento la fueron dominando y acrecentaron su descendencia con hijos y nietos que aquí abrieron por primera vez sus ojos.
Agrega Jorge-con cierto dejo de tristeza-que atrás quedo la tradición del pipián, el guayule, los rollos de guayaba, la cajeta y otras tantas cosas que dejaron de consumirse en esos hogares para darle paso a la comida rápida...pero mala.
Y sigue diciendo Jorge que: a los viejos sólo les queda el recuerdo de sus años mozos en Mascota, a sus descendientes, ahora en California, la añoranza por El Naranjo y todos recuerdan los buenos tiempos de “ Mi Rancho Drive In”, la estación de gasolina y el mercado El Naranjo, porque a la buena o a la mala siempre había crédito, porque todo era de la familia.
Tras la muerte de Don Román Zepeda Torres se vendieron los negocios y en aquellas tierras testigos mudos de tantas historias hoy están ocupadas por maquiladoras. Del Naranjo sólo quedan los recuerdos y casas que ahora se rentan, viejos abandonados y algunos jóvenes que quieren intentar el sueño americano.
Las generaciones de Ensenadenses que conocieron y trataron a esos hombres que aquí se vinieron a forjar un futuro, cada vez que pasamos por el Naranjo nos viene a la memoria el grato recuerdo de esa gente positiva y buena que cultivo tierra y familia, que vino a enriquecer el tejido Social.

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